sábado, 10 de julio de 2010

EL PODER DE LA PELOTITA




La clasificación de la selección española de fútbol para la final del campeonato del mundo ha sido para muchos españoles como encontrar un oasis en medio del desierto que es ahora mismo España; la selección está recargando nuestra batería con una buena dosis de entusiasmo patriótico. En los días previos al inicio del mundial, he asistido a algo que, en mis ya casi 40 años, nunca había visto, el espectáculo de ver como cientos de terrazas, balcones y ventanas de mi ciudad se engalanaban con la bandera española, hasta tal punto que yo mismo sin ser muy dado a este tipo de manifestaciones de corte patriótico, me sentí empujado a comprar la bandera española para colocarla en mi terraza, y os aseguro que me reconforta mirarla, ondeando al viento.

Tras el triunfo en la semifinal salí a dar un paseo por mi barrio y eran muchos los que andaban celebrándolo, coreando cánticos y haciendo sonar bocinas de coches y motos; se repetían eslóganes como ¡CAMPEONES!, ¡A POR ELLOS! o ¡PODEMOS! y éste último me ha hecho pensar en el inmenso poder que tiene una pelota que se disputan 22 hombres, es casi sobrenatural e irracional; ha sido capaz de aunar millones voluntades de las gentes de este país y de hacer aflorar un sentimiento que demasiados políticos estatales y autonómicos tratan de desactivar y torpedear por considerarlo peligroso para sus oscuros intereses. Resulta reconfortante ver manar este sentimiento de unión, pero resulta inquietante que sólo el fútbol sea capaz de hacerlo aflorar, preocupante que seamos marionetas en manos de políticos mal preparados y pero intencionados y que frente a sus continuas fechorías y mentiras no se produzca la necesaria reacción para acabar con la tiranía, que bajo el la piel del cordero de la democracia, no tiene sometidos bajo su férreo yugo.

Deberíamos tomar nota de lo que esta selección está haciendo y aprender de sus valores, habilidades y actitudes, ser capaces de extrapolarlos a la forma de entender nuestra vida, nuestro trabajo y en definitiva usar esta lección como fuente del cambio que permita cambiar los modelos que rigen desde hace demasiado tiempo España por otros que sirvan impulsarnos hacia un futuro mejor; posiblemente no habrá mejor oportunidad que la actual, pues son los momentos de crisis los más indicados para romper con el pasado

Quedémonos con su unidad y solidaridad, pilares sobre el que está construida la selección y su estilo de juego, con ambas podremos hacer frente a las pretensiones separatistas de los políticos nacionalistas, pretensiones que hasta la fecha sólo han servido para convertir a las autonomías en reinos de taifas cuya voracidad no tiene límite y cuya gestión no se basa en los principios de servicio público, eficacia y eficiencia sino en el cumplimiento de su ideario, que parece trabajar al dictado de un claro lema: divide y vencerás.

Tomemos nota de su humildad y capacidad de trabajo en equipo, tan necesarios hoy que vivimos en una sociedad individualista y en la que casi por norma se premia y halaga al vencedor, al rico, al poderoso, sin importar mucho como venció, se enriqueció o logró el poder y se otorga un alto nivel de relevancia social a personajes que carecen de todo tipo de valores morales.

Aprendamos de su capacidad para sobreponerse a los traspiés y afrontar con optimismo y energía los siguientes retos que la vida nos plantee; capacidad de innovación para afrontar nuevos retos, algo fundamental ahora que por fin algunos ya se atrevieron a reconocer que el modelo económico basado en la construcción desmesurada de viviendas nos ha llevado a una situación calamitosa, agravada por una clase política irresponsable; situación de la que como siempre saldremos a costa de esfuerzo de las clases medias y bajas, quedando impunes los verdaderos causantes del desaguisado.

Mi deseo, además de que España sea campeona del mundo de fútbol, es que seamos capaces de aprender la lección que nos brinda la selección y la usemos para mejorar nosotros y nuestro país, por último sólo me queda dar una consigna:¡PODEMOS!.

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